Hoy creímos adecuado homenajear a los grandes poetas que
tanto nos han inspirado, debido a que se celebra el 21 de Marzo el Día Mundial
de la Poesía.
Como propuesta pretendemos volver a los clásicos y hablar un
poco de nuestros poetas favoritos.
Gustavo Adolfo Bécquer
Huérfano, aun de pequeño, es su niñez la primera clave que
habría de descubrir el inagotable raudal de melancolía de su espíritu,
desbordado en la –poesía frágil, alada fugitiva y sensitiva- de sus Rimas.
Luego, su juventud doliente, por la pobreza de sus recursos y lo enfermizo de
su cuerpo, constituiría el crisol del cual saldrían depurados y enriquecidos
con dulce resignación y tierna delicadeza tanto sus clamores angustiosos como
sus inalcanzables ensueños, encarnados en los sobrios y fluidos versos con que
aborda los temas líricos eternos: el amor, el dolor y la muerte.
No fue Gustavo Adolfo el –hombre de un libro-, aunque bastó
uno (las RIMAS), para inmortalizarlo. Su fecundo lirismo, además, nos ha legado
las exquisiteces de su cultivado espíritu en una serie de obras de índole épica
y didáctica que dicen claramente del riquísimo filón que su alma atesoraba.
“Si –morir- es –dormir-, quiero dormir en paz en la noche de
la muerte sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome por haberos
condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo a cuyo contacto
fuisteis engendrados, y quedad en él, como el eco que encontraron, en un alma
que pasó por la tierra, sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus
luchas.
Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran
viaje. De una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia, para
remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo,
como el abigarrado equipaje de un saltibanco, el tesoro de oropeles y guiñapos
que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro.”
Junio de 1868. De su Introducción Sinfónica.
Rima XLIII
Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.
¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible del dolor,
expiraba la luz, y en mis balcones
reía el sol.
Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba y qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.
¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible del dolor,
expiraba la luz, y en mis balcones
reía el sol.
Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba y qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.
Del Ideario de Bécquer les
dejamos una frase en particular:
“Si pudiera hacerse la
disección de las almas, ¡cuántas muertes misteriosas se explicarían!...”
Edgar Allan Poe
Poeta, novelista y
ensayista norteamericano nacido en Boston en 1809.
Huérfano desde pequeño, fue adoptado por un rico comerciante de quien heredó el apellido Allan. A partir de 1820, de regreso a Estados Unidos, su carácter melancólico y rebelde, sumado a la afición por el alcohol, se convirtieron en un obstáculo para que sus padres adoptivos pudieran facilitarle el complemento a la educación que deseaban para él.
En 1831, ante la ruptura total con sus padres, se trasladó definitivamente a Baltimore donde publicó "Poemas", seguido de su primer triunfo como escritor, "Manuscrito encontrado en una botella".
Renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco.
Entre sus poemas más famosos figuran "Leonore" en 1831,"El cuervo" en 1845, "Annabel Lee" en 1849 y "Las campanas" en 1849. Su mayor producción literaria está contenida en numerosos cuentos y novelas de corte policíaco que lo llevaron a la fama.
Huérfano desde pequeño, fue adoptado por un rico comerciante de quien heredó el apellido Allan. A partir de 1820, de regreso a Estados Unidos, su carácter melancólico y rebelde, sumado a la afición por el alcohol, se convirtieron en un obstáculo para que sus padres adoptivos pudieran facilitarle el complemento a la educación que deseaban para él.
En 1831, ante la ruptura total con sus padres, se trasladó definitivamente a Baltimore donde publicó "Poemas", seguido de su primer triunfo como escritor, "Manuscrito encontrado en una botella".
Renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco.
Entre sus poemas más famosos figuran "Leonore" en 1831,"El cuervo" en 1845, "Annabel Lee" en 1849 y "Las campanas" en 1849. Su mayor producción literaria está contenida en numerosos cuentos y novelas de corte policíaco que lo llevaron a la fama.
Falleció en Baltimore en octubre de 1849.
Les dejamos un fragmento de
“Annabel Lee”
Annabel Lee
Hace muchos, muchos
años, en un reino junto al mar,
Habitaba una doncella
cuyo nombre os he de dar,
Y el nombre que daros
puedo es el de Annabel Lee,
quien vivía para
amarme y ser amada por mí.
Yo era un niño y era
ella una niña junto al mar,
En el reino
prodigioso que os acabo de evocar.
Más nuestro amor fue
tan grande cual jamás yo presentí,
Más que el amor
compartimos con mi bella Annabel Lee,
Y los nobles de su
estirpe de abolengo señorial
Los ángeles en el
cielo envidiaban tal amor,
Los alados serafines
nos miraban con rencor.
Aquel fue el solo
motivo, ¡hace tanto tiempo ya!,
por el cual, de los
confines del océano y más allá,
Un gélido viento vino
de una nube y yo sentí
Congelarse entre mis
brazos a mi bella Annabel Lee.
Antonio Machado
Este poeta integró el
movimiento literario que se conoce como la Generación del ’98.
Sus primeros poemas
aparecieron recién en 1901. Mantuvo una estrecha amistad con Miguel de Unamuno,
y Juan Ramón Jiménez (entre otros), considerados también grandes escritores, a
quienes conoció en Madrid.
Fue un hombre contemplativo y soñador.
“El hombre más descuidado de cuerpo y más limpio de alma de
cuantos conozco”.
Junto a su hermano, Manuel (también poeta), escribió teatro durante los años veinte y los años treinta, estrenando varias obras.
Fue un hombre contemplativo y soñador.
Era callado, retraído, acongojado ante el paso inexorable
del tiempo y preocupado por el destino de España, temas que se vieron sumamente
reflejados en sus versos.
Miguel de Unamuno lo describía de esta forma:
Junto a su hermano, Manuel (también poeta), escribió teatro durante los años veinte y los años treinta, estrenando varias obras.
Fue un gran admirador de
Bécquer, a quien consideraba “un poeta lírico, sin retórica”, su romanticismo
estuvo inspirado por el escepticismo y el desengaño, persiguiendo una actitud
de paz y olvido.
Sus fuentes de inspiración
fueron: el amor, el dolor, la guerra, la fugacidad de la existencia y la
preocupación por su querida España.
Les dejamos un fragmento de “Caminante no hay camino”:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Rubén Darío
Este hombre ha trastornado la
poesía en lengua española, arrancándola de la retórica trivial en que venía
hundiéndose desde la desaparición del gran romántico, Gustavo Adolfo Bécquer.
En la producción temprana de Darío se percibe el influjo de Bécquer, así como el de Gaspar Núñez de Arce y Ramón de Campoamor, considerados en España los máximos vates de la lengua en ese tiempo.
Si su aprendizaje escolar no pasó de elemental, el caudal de sus lecturas, desde temprana edad, asombra.
Gracias a ellas profundizó en
temas que siempre lo atrajeron y definieron su obra y su vida: el ocultismo,
misticismo, religiones orientales, relatos fantásticos -Edgar Allan Poe, E.T
Hoffman-, literatura francesa, clásicos grecolatinos y sobre todo, españoles,
desde los primitivos hasta los del Siglo de Oro.
Hoy en día, sin pertenecer a
nuestra época, Rubén Darío congrega y seguirá congregando admiradores debido a
su elocución, su modo de decir, logrando que su escritura no tenga fecha.
Canto de esperanza
Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombres en el extremo Este.
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno de Cristo.
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombra la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.
¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas!
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida,
que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.
Ven, Señor, para hacer la gloria de Ti mismo;
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.
Espacio de Administradores:
Mi poema favorito es del
poeta Rubén Darío, y me fascina debido a la temática que abarca, muy
existencialista, sobre el sentido de la vida humana que se contrasta con la
muerte certera e ineludible.
Me agrada mucho la reflexión
que me produce, la angustia que brotan de las palabras, y el dolor de vivir,
que muchas veces cualquiera de nosotros experimenta con esos replanteamientos
incesantes que uno se hace.
La melancolía de no estar
conforme con el presente, ni saber qué nos depara el futuro. En mi caso me
produce muchas sensaciones este poema y por eso decidí compartirlo.
Espero que les guste.
Victoria M.
Lo Fatal
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!
The Raven
Once upon a midnight dreary,
while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious
volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly
napping, suddenly there came a tapping,
As of someone gently rapping,
rapping at my chamber door.
" 'Tis some
visitor," I muttered, "tapping at my chamber door;
Only this, and nothing
more."
Ah, distinctly I remember, it
was in the bleak December,
And each separate dying ember
wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow;
vainly I had sought to borrow
From my books surcease of
sorrow, sorrow for the lost Lenore,.
For the rare and radiant maiden
whom the angels name Lenore,
Nameless here forevermore.
And the silken sad uncertain
rustling of each purple curtain
Thrilled me---filled me with
fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the
beating of my heart, I stood repeating,
" 'Tis some visitor
entreating entrance at my chamber door,
Some late visitor entreating
entrance at my chamber door.
This it is, and nothing
more."
Presently my soul grew
stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I,
"or madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is, I was
napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came
tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard
you." Here I opened wide the door;---
Darkness there, and nothing
more.
Deep into the darkness
peering, long I stood there, wondering, fearing
Doubting, dreaming dreams no
mortals ever dared to dream before;
But the silence was unbroken,
and the stillness gave no token,
And the only word there spoken
was the whispered word,
Lenore?, This I whispered, and
an echo murmured back the word,
"Lenore!" Merely
this, and nothing more.
Back into the chamber turning,
all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping,
something louder than before,
"Surely," said I,
"surely, that is something at my window lattice.
Let me see, then, what thereat
is, and this mystery explore.
Let my heart be still a
moment, and this mystery explore.
"'Tis the wind, and
nothing more."
Open here I flung the shutter,
when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately
raven, of the saintly days of yore.
Not the least obeisance made
he; not a minute stopped or stayed he;
But with mien of lord or lady,
perched above my chamber door.
Perched upon a bust of Pallas,
just above my chamber door,
Perched, and sat, and nothing
more.
Then this ebony bird beguiling
my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum
of the countenance it wore,
"Though thy crest be
shorn and shaven thou," I said, "art sure no craven,
Ghastly, grim, and ancient
raven, wandering from the nightly shore.
Tell me what the lordly name
is on the Night's Plutonian shore."
Quoth the raven,
"Nevermore."
Much I marvelled this ungainly
fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning,
little relevancy bore;
For we cannot help agreeing
that no living human being
Ever yet was blessed with
seeing bird above his chamber door,
Bird or beast upon the
sculptured bust above his chamber door,
With such name as
"Nevermore."
But the raven, sitting lonely
on that placid bust, spoke only
That one word, as if his soul
in that one word he did outpour.
Nothing further then he
uttered; not a feather then he fluttered;
Till I scarcely more than
muttered, "Other friends have flown before;
On the morrow he will leave
me, as my hopes have flown before."
Then the bird said,
"Nevermore."
Startled at the stillness
broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I,
"what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy
master, whom unmerciful disaster
Followed fast and followed
faster, till his songs one burden bore,---
Till the dirges of his hope
that melancholy burden bore
Of
"Never---nevermore."
But the raven still beguiling
all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned
seat in front of bird, and bust and door;
Then, upon the velvet sinking,
I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking
what this ominous bird of yore --
What this grim, ungainly,
ghastly, gaunt and ominous bird of yore
Meant in croaking "Nevermore."
Thus I sat engaged in
guessing, but no syllable expressing
To the fowl, whose fiery eyes
now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining,
with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining
that the lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining
with the lamplight gloating o'er
She shall press, ah,
nevermore!
Then, methought, the air grew
denser, perfumed from an unseen censer
Swung by seraphim whose footfalls
tinkled on the tufted floor.
"Wretch," I cried,
"thy God hath lent thee -- by these angels he hath
Sent thee respite---respite
and nepenthe from thy memories of Lenore!
Quaff, O quaff this kind
nepenthe, and forget this lost Lenore!"
Quoth the raven, "Nevermore!"
"Prophet!" said I,
"thing of evil!--prophet still, if bird or devil!
Whether tempter sent, or
whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate, yet all undaunted,
on this desert land enchanted--
On this home by horror
haunted--tell me truly, I implore:
Is there--is there balm in
Gilead?--tell me--tell me I implore!"
Quoth the raven,
"Nevermore."
"Prophet!" said I,
"thing of evil--prophet still, if bird or devil!
By that heaven that bends
above us--by that God we both adore--
Tell this soul with sorrow
laden, if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted
maiden, whom the angels name Lenore---
Clasp a rare and radiant
maiden, whom the angels name Lenore?
Quoth the raven,
"Nevermore."
"Be that word our sign of
parting, bird or fiend!" I shrieked, upstarting--
"Get thee back into the
tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a
token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken!
-- quit the bust above my door!
Take thy beak from out my
heart, and take thy form from off my door!"
Quoth the raven,
"Nevermore."
And the raven, never flitting,
still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas
just above my chamber door;
And his eyes have all the
seeming of a demon's that is dreaming.
And the lamplight o'er him
streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that
shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted---nevermore!
"y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!."
Qué manera de terminar este gran, ¡enorme!, poema. Tengo una especial afecto a "El cuervo" como también hacia Poe, amo su manera de escribir y como transmitir esa melancolía, tristeza y esa desesperación con cada cuento y/o poema.
Tengo un "capricho" con este poema ya que amo la manera en que esta escrito y amo leerlo en ingles, es muy inspiradora la poesía de Poe y creo que si mínimamente te gusta la literatura es un poema que no debe faltar. Una obra maestra.
Walter B.
Estos han sido los que
decidimos homenajear el día de hoy, pero no se pueden dejar en el olvido a
tantos otros como Mario Benedetti, Walt Whitman, Pablo Neruda, Manuel Machado, Alfonsina
Storni, Sor Juana Inés de la Cruz, Charles Bukowski, Federico García Lorca, y
demás… que también merecen ser recordados.
¡Déjennos un comentario
contándonos cuales son sus poetas favoritos!
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